Hay moscas y hace meses que no hay espirales en las góndolas. Echo el pesticida por la mañana antes de irme y las barro por la tarde al llegar.
El subte es lo peor, están de a miles, como una negra nube, espesa, asfixiante. Parecen desesperadas, en vuelo rasante, chocándose contra las ventanas herméticas. Lo que hay que hacer es quedarse quietito,aceptarlas acostumbrarse,entonces ellas se acomodan sobre uno. Cuando alguien harto de rascarse,levanta el brazo y frenéticamente lo agita en el viento para ahuyentarlas, lo único que logra es que el sonido dentro del vagón sea ensordecedor.
No viajo sola. Hay alguien que me acompaña.Solo yo la veo y eso me tranquiliza, no quisiera que se den cuenta. Voy a llevarla hasta la dirección que me dieron. Hoy daré el primer paso para que su familia de origen la encuentre, eso alivia, porque ella me ha acompañado por mas de 15 años, la he ido conociendo a través de las charlas familiares, en vagos comentarios, reuní datos aislados,averiguelo mas que pude,repaso la información para cuando me pregunten. Tu mama adoptiva se llamaba Elsa, era amiga de aquel teniente coronel, te fue a buscar a Córdoba, pidió licencia por maternidad en el 77 y jamás la vieron embarazada, luego te fuiste con tu papa a Mendoza donde hoy residis. Recuerdo todo. Que alivio el zumbido se ha atenuado.
Bajo en la estacion Peru,alguien camina delante miro y es peor que yo, lo sobrevuelan el doble de moscas.algunoslas cargan dignamente y otros quienes les hablan cómplices, inclusive hay gente que nace con moscas en los ojos. Yo trato de cerrar los míos, pero debe ser esto de estar en el hemisferio sur, de cabeza, porque el peso de la gravedad me los mantiene abiertos.
Toco timbre, me hacen pasar. Hablo, cuento, descargo. Se alegran se esperanzan, ¡llevan buscando a tantos niños desde hace tantos años!,. Luego agradecen y me voy. miro las fotos colgadas. Pienso en cuando te encuentren. Cuando te llamen y te enteres, ¿Querrás saber?, Va a ser difícil, porque creerás que no tenes recuerdos, que te hablan de otra, pero yo estoy convencida que el cuerpo tiene memoria y dentro de el hay huellas. Hasta los médicos lo dicen, el cuerpo es como un tronco de madera abierto, como un caparazón de caracol, a mi me paso, mis ecografías dicen que tres veces anidaron en mi cuerpo hijos, sin embargo solo uno llego a termino. Siempre hay huellas “ hija de Elsa", siempre,como las hay en el lecho embarrado del rió donde descansan los que alguna vez, hace treinta años tuvieron nombre.
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