Los juegos que jugamos







Dos hombres hablan. Miran el desempeño de uno de más allá.

- Viste, siempre son las que están sentadas en la barra o paradas en un rincón. Si te sonríen listo, es verde
- Yo para que sonrían digo algo estúpido, interviene el segundo.- Por ejemplo, si tiene muchos rulos, me acerco y le digo; ¡Que bien que te queda el pelo lacio! Y ahí le entro re bien
- El halago también es importante, aclara el primero, -Si alguna me contesta que hace tiempo que viene a este lugar, yo le digo que no le creo, que si la hubiera visto me hubiese sido imposible olvidarla.
El segundo permanece en silencio, como reflexionando…
-Igual, hay cada una,la otra vez me paso, que le dije a una mina -Quisiera saber donde termina ese escote Y “la muy fácil” me contesta, -en tu casa. .


El de más allá, hace largos minutos que esta escuchando a una chica. Ella esta explicándole algo de su vida con mucha locuacidad. El finge atención, cada tanto ladea su cabeza siguiendo el ritmo de las palabras que se estrellan borbotones. Afirma con la cabeza cuando ella se indigna, arquea las cejas cuando ella da un tono enunciativo a su discurso. Por momentos la agarra del brazo, acercándola a su rostro, como si tuviera problemas para escucharla.
Punto final y silencio. El simula que va a decir algo pero que “decidió”callar.
Reconozco que es un recurso que requiere gran habilidad.
-¿Que vas a decir?, pregunta ella.
-No nada, de repente tenia ganas de decirte algo, pero ya esta.
-Dale ¿Qué?...

Luego el beso y el final del escote. El mismo proceso mecánico de siempre por un poco de calor y compañía. Sin embargo a veces ocurre, que sin quererlo, aprenden a escucharse.
Es que Siempre, aunque lo nieguen ,esperan la sorpresa del que al levantarse, escuchen ruidos de mecanismos rotos.

1 comentario:

malditas musas dijo...

un impecable recorrido por la fauna propia.

;)
musa