Se supone que el perro interpreto el humor de la casa apenas llego. El malestar del dueño, los reclamos de su mujer pendiente del recién nacido, el hartazgo de los reproches y las grescas por las tardanzas. Los vicios alcoholizados y alucinógenos que no se le despegaban al dueño, se le fueron pegando también al perro, quien de repente tuvo un significativo desborde de conducta y comenzó a morder los zapatos de fiesta de su dueña.
Finalmente Tras una ardiente discusión, el dueño, dio un portazo. Dijo irse por tiempo indeterminado.
Ella intento que el perro y el bebe no notaran cambios en la rutina diaria. Las primeras semanas se esforzó en sacarlos a pasear, pero le fue imposible arrastrar a un cochecito y tironear de un perro que se le echaba encima a autos, a ancianos tambaleantes, a los niños del arenero y entraba en algunos negocios de forma amenazante. Finalmente decidió encerrarlo en la terraza. Día tras noche, bajo el sol fustigante o inclementes tormentas Tito permaneció a la intemperie, apenas cobijado bajo un alerito, masticando rencor.
Ella subía todos los días la comida. Tito esperaba ese momento para ladrarle agresivamente y luego devorar ansioso su comida balanceada. La frustración crecía. Esa no era vida para el perro, ni para nadie. Le abrió la puerta una mañana, el le sostuvo la mirada mientras ella le explico, pareció comprender. Bajo la cabeza y se fue por el pasillo olfateando, se quedo en la puerta de calle hasta que el dueño acudiendo al llamado telefónico, fuera a buscarlo.
Meses después ambos volvieron, Molestos, sucios, gruñendo. Les era inevitable volver, necesitaban calor, un hogar limpio y sobre todas las cosas la extrañaban a Ella.
En sucesivas oportunidades ambos se volverían a ir, oyéndose dos portazos, pues el perro con su hocico había aprendido a abrir la puerta y partir tras El.
En el último de los regresos, el perro no volvió, fue regalado a un desconocido con inmenso jardín y paciencia. El dueño volvió sin El, pero con una pecera entre los brazos y dos peces nadando dentro. El niño ya caminaba y reclamo otro pez.
De vez en cuando, algunos de los tres peces atardece flotando panza para arriba entonces el dueño sale por la noche a conseguir reemplazarlo por otro similar para que al amanecer el niño no note alterada la armonía de la pecera.
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1 comentario:
Piel de pollo, familia entrañable esa.
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