Pequeños soles

EL padre lo intuyo. Con tiras de cuero seco sujeto el bollo de trapos embebidos en alcohol contra el palo. Lo hizo con la rapidez que demandaban las circunstancias.
Numa no había vuelto. El padre sabia que para Numa, la noche revelada era el umbral hacia un mundo temido, surgía el miedo a dormir y a las sombras. La noche hacia que los rostros familiares fueran anónimos. Todo lo que permanecía callado e inaudible durante el día cobraba sonido durante la noche; la respiración agitada, el sonar de los huesos, el aleteo de algún ave nocturna, era mas estrepitoso el trueno y aumentaba la nitididez a los relámpagos, hasta los ojos ciegos de ciertos animales resplandecían sobre el fondo azul oscuro que todo cubría. Al atardecer las algas resbalosas, anidadas en las rocas, habían hecho caer a Numa al mar. El padre comenzó a desesperarse, con su antorcha encendida empezó a correr entre los pastizales, tenia la sensación de que podía correr por toda la tierra, de que debía hacerlo siempre hacia delante como quien tiene un destino sabido, como si supiera donde debería ir, como se persiguen los milagros,se sienten las esperanzas o las irremediables certezas.

En ese pueblo lejano que te imagines, conmemoran el hallazgo del fuego, festejan la claridad del sol, los resplandores, las luces, lucecitas. Se llama "La noche del pequeño sol”. Esa noche, padres e hijos se acercan a la zona de los pastizales mas altos, a jugar un a especie de juego de escondidas. Los padres cargan unas pequeñas antorchas hechas de ramas, que encenderán al empezar a correr para buscar a los niños previamente escondidos. Cada niño debe hacer determinados sonidos, agudos grititos de pájaros de la zona, dando pistas a su padre de donde están. Después de un par de horas los niños son hallados, al reencontrarse, de a pares bajaran a la playa y allí apagaran su antorcha. Cuando todas están apagadas, Cuando todos están en la mas completa oscuridad, padre e hijo arrastran una barca hasta el agua y suben a ellas a tientas.

Las barcas se convierten en sombras recortadas que se cruzan en la densidad húmeda del océano y ya mar adentro, se quedan en silencio.
En la oscuridad inacabable, los oídos se agudizan. Se oye el incesante sonido melodioso del agua que corre. El sutil movimiento de las nubes que pasan, el devenir del viento y un latir extraño y calido. Comienzan a acercarse, se palpan las manos rugosas, la piel de gallina, sienten el acelerar de las pestañas sobre las mejillas en el beso por venir y la humedad de los labios que lo sellan. Se anudan los dedos, se inunda la noche de pequeñas risitas. Se aprenden las uñas, los pies, miden el largo y la fuerza de los brazos en el abrazo,reconocen el relieve de la espalda del otro como propio y vuelven a releer la historia escrita en las rayas de las manos. Uno se recuesta sobre el otro, se sienten los cuerpos, el pecho de uno apoyado sobre el otro, se respiran, uno se hunde donde el otro se hincha, se huelen, se cantan, se mecen, se iluminan Y aun así sin verse se salvan.
Para manu que ya no tiene miedo a la oscuridad

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