Ricardo Vilca

Los duelos son tránsitos tristes,el mío por ahora,era fresco y dulce.
Hay duelos sin cuerpos, duelos de lo invisible, de lo que pudo haber sido.
Vilca ha fallecido.Es inevitable, en la muerte de uno se lloran todas nuestras muertes.
Mil trazos cruzaban su cara,su voz se cortaba cuando empezaba a contarse las cosas a si mismo. Escuchaba cerrando los ojos, para que la música lo inunde. Sus parpados eran cargas pesadas, sus ojos apenas parecían abiertos sin embargo repetía "¿Han visto?"rematando cada oración.“-Cuando los niños bajan por las quebradas en abril ¿han visto?, es hermoso oír sus sicuris.”
El entorno era hipnótico cuando rasgueaba su guitarra. En actitud pedagógica decía; que la vida del cantor requería mucho esfuerzo, estudio y una mirada digna para con los otros. Su gira por Argelia no le había gustado porque no había mujeres lindas ni vinos ricos. Era capaz de tirase al piso si algo le hacia mucha gracia, tenia gestos y sonrisa de niño pícaro.
En su peña se comían ricas empanadas. El te recibía antes de tocar o después, cuando recorría cada mesa par sentarse un rato. Ese día Vilca había terminado tarde. Parecía cansado. Ya sentado en nuestra mesa, nos regalaba consejos y relatos, éramos los últimos. No nos queríamos ir, estamos acostumbrados a estirar siempre las despedidas. El lo supo, por eso no nos echo. Bajo las luces y se fue dejándonos la música encendida.
De casualidad me entere que ayer se había ido.
Imagino a la gente de los pueblos cercanos viajando para verlo. La banda de sicuris siguiendo su féretro y un gran aplauso agradecido y florido.
Esto que escribo es la flor que no le puedo llevar.
¿Has visto?, ahora por fin, este duelo es real. Podemos llorar un rato.Tenemos al muerto de todo lo que perdimos.
Vilca era maestro de música en escuelas de la Puna, y San Salvador, donde además de enseñar música a sus alumnos convivía con la realidad cotidiana de esos pueblos, lo que refleja en su música que es admirada y reconocida en el mundo entero