
Las treguas se hicieron para escuchar, para poder comunicarse, para poder expresar el dolor por lo que ha muerto o permitirse el cansancio durante las guerra.
Las treguas como formalidad surgieron en la Primer Guerra Mundial al mismo tiempo que surgió la guerra de Trincheras; fortificaciones cavadas en el suelo, enfrentadas, donde no se puede distinguir con claridad al otro y se esta a resguardo de ser un punto móvil para el ataque.
Había habido una revolución en las armas de fuego y un incremento en su poder, sin que hubiese al mismo tiempo un incremento en la movilidad y las comunicaciones.
La tregua surgió a la hora de recoger cadáveres y revisar la lista de los haberes.
Los soldados sabían del beneficio mutuo que suponían las treguas. Tan pronto como cesaban las hostilidades, podían hablar tranquilos, intercambiaban con los enemigos unos heridos por otros y algún que otro cigarrillo de nacionalidad enemiga.
Famosa fue la tregua de la víspera de navidad de 1914. Los ruidos de la artillería cesaron. Se condujeron ceremonias de enterramiento con soldados de ambos lados del conflicto llorando las pérdidas juntos, ofreciéndose su respeto y convidándose Whisky. Incluso se dice que hubo un partido de fútbol, entre las fuerzas enemigas. Hay cartas que confirman que el resultado de ese juego fue 3 a 2 a favor de Alemania.
Cuando las treguas cesan, los soldados vuelven a estar agazapados y cualquiera vuelve a ser el asesino del otro. Las treguas se dan dentro del campo de batalla o en zonas neutrales. Se dan cuando uno cede, negocia , respeta comprende y no reclama pensando solo en si mismo, a esas zonas las llaman “Tierras de Nadie”.