Para quien merece un dibujo

Ojala ALonso supiera

Alguien dijo que Carlos Alonso era un pintor necesario para la identidad del país porque su paleta esta cargada de memoria. El cartel de bienvenida era una de sus obras. Imponente, de bellas sutilezas crueles. Marcelo nos había invitado.

Manuel tiene seis años y las manos se le enredan, el lápiz se cae o termina asfixiado y sin punta entre sus dedos y parece que a los compañeros no les gustan los mamarrachos.
Intentó entonces guardar algunas emociones, asfixiarlas hasta sacarles la punta expresiva y por fin a los 4 años,tomo la decisión mas trágica que puede tomar un niño; decidió no dibujar. Nunca más.

Decisión que sostuvo con coraje y templanza un tiempito. El saca el pecho a cualquier afrenta acorde a su edad, excepto cuando incurre en un olvido y alguien se lo hace notar, entonces, el se indigna casi al borde del llanto. “¡Mama, cómo me van a decir que no tengo memoria!”, porque para Manu no tener memoria es un insulto.

Por ese motivo, asistir a la muestra por el recuerdo, era un honor para el.
Junto a Marcelo recorrimos el lugar, la verdad estaba escrita, fotografiada, en audio y video, estaba hilvanada por una hermosa canción de Leon Gieco. Miles de niños observaban y corrían por los pasillos, a su disposición tenían miles de papelitos auto adhesivos y cientos de crayones, eran todos como mariposas nacidas.

Manu se sujetaba de la mano de Marce, se soltaba, se inquietaba o se aquietaba misteriosamente.
Nuestro destino principal era la muestra fotográfica de Inés Ulavnosky, “fotos Tuyas”.
En una pared, estaba parte de la historia fotografía de la familia paterna de Manu. Allí estaba mi hijo, en este caso, el hijo de su padre.
Manu en silencio observó las fotografías, se miro en ellas. Me pidió que leyera lo que había escrito su papá sobre su propia foto. Su papá había escrito, que a su padre lo habían asesinado cuando el estaba por nacer y que nunca habían podido verse a los ojos.

Pidió sentarse, los tres nos sentamos mirando aquella pared, sin palabras.
Manu en ese doloroso y conmovedor momento estaba tomándose un tiempo, estaba viviendo en silencio el derecho de comenzar a construir su historia, su identidad. La misma memoria que había tejido el encuentro entre un padre y un hijo ahora sumaba a un nieto.

Ningún olvido es involuntario porque la memoria exige expresión. El niño de manos enredadas estaba en apuros y sin que nadie lo viera, dibujó. ¡Un gran dibujo!: Allí el militar en dos planos unidos, su mano derecha de serpiente con boca abierta, comiéndose a su brazo izquierdo en forma de ratón.
Una sola vez había observado el cartel, una sola vez bastó. Le sugerí que lo firmara. Pensó. Lo avergonzaría que alguien pudiese adjudicarle su autoría, entonces con lápiz negro agrego: ”C a r l o s A l o n s o “

Le regaló el dibujo a Marce. El,es de aquellos compañeros de grandes y simples gestos, aquellos que te sostienen de la mano y te regalan su tiempo pacientemente, que no ahorran crueldad, sin perder la dulzura y siempre te hacen pelear la pelota aunque tengas seis años y odies perder y te dará el hombro cuando llores la derrota. Esos son los que se merecen ese tipo de obsequios. Aquellos amigos puentes, faros, lunas de honestas pinceladas, como Marce, como las pinturas de Alonso .Aquellos que nos hacen de vez en cuando… aparecer.

FC